El régimen, más controlado por los entes de financiación que hace un lustro, permite a los propietarios comprar a precios razonables y ajustar la vivienda a sus necesidades.
Las ideas que se tienen sobre conseguir una vivienda en cooperativa, no siempre buenas, bien vale la pena revisarlas. Casos como el de PSV en los noventa y, más recientemente, las imágenes de administradores de gestoras en el banquillo y de los cooperativistas en la calle han minado la confianza en el sistema. Sin embargo, el régimen cooperativo tiene historias con final feliz y mantiene sus ventajas como fórmula de acceso a una vivienda más barata porque se hace a precio de coste —más los gastos de gestión— y se ahorra en el beneficio del promotor. También permite un plan de pagos gradual tras una aportación incial.
Tras una época de desatinos, se puede decir que el régimen de cooperativas ha purgado muchos de sus errores. Una vez que la promoción tiene concedida la financiación, es difícil que acabe en estafa porque las entidades financieras atan muy corto a las cooperativas. La barra libre de crédito se cerró hace años. Eso sí, si a una persona le interesa sumarse a un proyecto en cooperativa ya no es suficiente con dar una pequeña señal y pagar unas cómodas cuotas hasta que llegue el momento de firmar la hipoteca. Hoy hay que tener entre el 10% y el 30% del coste final del piso y desembolsar el dinero en los primeros meses de la obra.
En cuanto al porcentaje sobre el coste total que cobra la gestora ha pasado del 12% y 16% durante el pasado boom constructor, al 8% y 9%, una cifra considerada razonable por el fundador de Domo Gestora, Feliciano Conde. El presidente de la Confederación de Cooperativas de Viviendas (Concovi), Alfonso Vázquez Fraile, —que encarna la historia cooperativista española con más de 1,5 millones de viviendas— desaconseja que supere el 10% del coste total.
Fte. El Pais. 5-09-14.
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